Estuvimos con… Julia Montejo
Julia Montejo | Directora de cine, guionista, profesora en el Centro Universitario Villanueva y en la Universidad de Navarra, novelista. Su penúltima aventura se llama Violetas para Olivia, que acaba de editar Martínez Roca (Planeta). La novela surge de su experiencia de la maternidad, de ver que el tiempo pasa, del célebre ¿y ahora qué? Dice Montejo que sentirse eslabón de una cadena le ha ayudado mucho.
Ha escrito una novela sesuda pero muy amena.
Julia Montejo/ Ufff, me alegro. Me preocuparía que mis lectores dijesen: “qué profundo o qué interesante”… Prefiero que digan “qué apasionante, me la he leído en cuatro días”. Ciertamente estoy contando una historia en la que se retrata a la mujer moderna y uso las ideas de filósofos modernos que tienen la vista puesta en Platón y en Sócrates.
En su historia hay amor, acción, suspense, viaje…
J. M./ La novela contemporánea ha aprendido que eso de los géneros es poco más que una cuestión de etiquetas editoriales para alcanzar a públicos determinados. Por cierto, soy mujer pero para nada he escrito una novela para mujeres. Creo que este libro es muy universal en cuanto a sentimientos y planteamientos vitales. He procurado que el estilo facilite que el lector entre con facilidad y se deje llevar.
Vivió ocho años en Estados Unidos, donde hizo dos master de cine en UCLA, ha dirigido cine, lo enseña en una Facultad de Comunicación, escribe guiones y novelas, muchas cosas a la vez… ¿Ventajas e inconvenientes?
J. M./ Ya en los boys scout escribía comedias y las representábamos. En la universidad me especialicé en cine. Aunque esto ha ido cambiando, lo de ser directora no ha sido fácil. Para ser guionista y mujer había menos problemas. El cine y la TV son artes de colaboración, eres una pieza de un puzzle.
En la novela me siento menos mercenaria, no estoy al servicio de una idea de otro o condicionada por formar parte de un grupo. En la novela me siento cómoda, con un traje a medida. Eres responsable de lo que escribes y de cómo lo cuentas, tienes bastante más control.
¿Y qué les dice a sus alumnos?
J. M./ Les ayudo a tener una cultura lo más amplia posible, cosa fundamental para poder pensar por ti mismo. Así eres menos manipulable, puedes aplicar tus valores a lo que haces. Evidentemente para dedicarte al audiovisual te hace falta pasión y tener claro lo que quieres, porque es un mundo exigente y complicado.
Hablemos de personajes, se ve que a los de su novela les tiene aprecio…
J. M./ Me enamoro de mis personajes. Si se hace el esfuerzo de comprender, de ponerte en los zapatos de los demás, surge el aprecio. Suele ocurrir que los personajes que menos tienen que ver contigo son los que más te interesan, los que te obligan a trabajar más duro, a investigar, a documentarte.
Esto también pasaba en su película Sin retorno (2001)…
J. M./ Si hacemos el esfuerzo, querer es fácil, incluso a los que toman decisiones equivocadas o a los que no enfocan bien sus vidas. Todo eso viene de algún sitio y a mí me interesa ir a buscar ese sitio. ¿De donde parte la infelicidad, porque se acumula el rencor? Cuando una persona se libera de todo eso es interesante contar la manera en que lo logra.
Los novelistas, los guionistas, cocinan personajes. Cuéntenos su receta.
J. M./ Generalmente parto de un tema que preocupa o me ocupa, luego tengo siempre deudas con el pasado, cosas que quiero traer a la superficie. La inspiración, a nivel de tramas y personajes, suele partir de mis vivencias, de algo que te impacta, no necesariamente algo grande o aparatoso, puede ser una hoja que se lleva el viento en medio de una ciudad.
Se trata de trascender lo concreto para llegar a lo universal. No me interesa escribir de cosas triviales; quiero entretener, sí, pero escribiendo lo que a mí me gustaría leer, algo que conecte con las novelas que me gustan, que me llenan.
¿Qué recuerdo guarda
J. M./ Creo que lo más interesante de la película fue poder rodarla. Me encariñé mucho con la historia, me parece que tocaba asuntos muy interesantes como el poder de los medios de comunicación, el enfoque sensacionalista de la noticia sin que importe la persona que vive esa historia. Rodar una road movie en sólo 21 días con un equipo norteamericano fue una especie de hazaña.
Ha escrito mucho para TV (Siete vidas, Mis adorables vecinos, Motivos personales, Cuestión de sexo, Gavilanes, hizo series infantiles como La cocina de Baldo, firmó el guión de un largo documental sobre Joaquín José Martínez) y ahora vuelve al cine con Heart for auction…
J. M./ He aprendido que ser creativo debe ser compatible con escuchar a todo el mundo, que es importante ser paciente, que hay que saber filtrar y aceptar las críticas, que si no eres susceptible todo va mejor: es un oficio duro, los egos están a flor de piel.
Acabas comprobando que lo que se necesita es disciplina, esfuerzo y dedicación. En todos mis trabajos he aprendido de gente que estaba a mi lado y eso es lo más importante.
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