Modigliani: Entre pinturas anda el juego

Amadeo Modigliani, o «Modi», como le llamaban sus amigos Cocteau, Picasso, Brancusi, Utrillo o Cendrars, haciendo referencia a la palabra francesa «maldito», murió a los 36 años en el Hospital de la Caridad, el 24 de enero de 1920, enfermo de tuberculosis y de bohemia. La maldición acompañó a sus amantes; a sus largas noches en prostíbulos infectados de vino, opio o hachís; y a sus óleos, cotizados poco tiempo después de que el italiano fuese enterrado en el cementerio de Pére-Lachaise de París.

El segundo largometraje del británico Mick Davis (The match, 1999) recrea en Bucarest el Montparnasse de los años 20, barrio de artistas y pintores, a semejanza de Montmartre. Allí, bailando sobre las mesas y recitando versos de la Divina Comedia, hace su aparición Amadeo García o Andy Modigliani -estupendo trabajo el del actor cubano- y agarrando una botella de vino pregunta a Picasso: «Dime Pablo, ¿cómo se le hace el amor a un cubo?». Se inicia así la primera línea argumental y especulativa del guión, sobre la supuesta rivalidad entre ambos pintores.

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Una rivalidad teñida de admiración y que tiene su origen en las diferentes concepciones acerca del éxito, al menos eso apunta el diálogo en el coche, después de que Picasso haya llevado a Modigliani a visitar la finca del anciano Renoir. Cuando el maestro pregunta a Modigliani si está loco, éste, con un significativo gesto de las manos, le revela que tal vez un poco. Confesión de la que se sirve el guión de Davis para justificar las posteriores apariciones de Amadeo niño interaccionando con el pintor, con evidentes intenciones dramáticas.

No obstante el foco principal de la narración se encuentra en la tormentosa relación de Modigliani con la que fuese su última musa, la también pintora Jeanne Hébuterne, con la que tuvo dos hijos, uno de ellos nonato. Con bastante fidelidad, aunque con algunas libertades que acentúen la tragedia, la cinta cuenta su primer encuentro en la academia Colarossi, la oposición de los padres de la modelo que nunca aceptaron a ese «pintor pobre, judío y extranjero», el amor obsesivo y al fin la trágica muerte de ella.

Buen trabajo de fotografía el de Emmanuel Kadosh (García le encomendó su película La ciudad perdida), recreando atmósferas pictóricas, inteligentes contrastes y sugerentes penumbras. Tal vez la mejor secuencia de la cinta sea el día previo a la competición de pintura cuando todos los concursantes preparan sus trabajos, el apogeo creativo está al máximo y la música y el montaje hacen el resto.

Ficha Técnica

  • Fotografía: Emmanuel Kadosh
  • Montaje: Emma E. Hickox
  • Música: Guy Farley
  • Duración: 128 min.
  • Público adecuado: +18 años (SX)
  • Distribuidora: DeAPlaneta
  • EE.UU., Reino Unido, Alemania, Rumanía, Francia, Italia, 2006
  • Estreno: 27.10.2006
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Reseña
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Historiador y filólogo. Miembro del Círculo de Escritores Cinematográficos. Ha estudiado las relaciones entre cine y literatura. Es autor de “Introducción a Shakespeare a través del cine” y coautor de una decena de libros sobre cine.